Pobre diablo, pensó el vagabundo acariciando a uno de sus cachorros, al ver al hombre de pelo blanco preocupado de si su cartera estaba más o menos llena. Pontevedra, enero 2012.
Pobre diablo, pensó el vagabundo acariciando a uno de sus cachorros, al ver al hombre de pelo blanco preocupado de si su cartera estaba más o menos llena. Pontevedra, enero 2012.